miércoles, 6 de mayo de 2009

JULIO VERNE

Nació el 8 de febrero de 1828 en Nantes y murió el 24 de marzo de 1905 en Amiens. Desde muy joven sintió pasión por los viajes y, especialmente, por el mar, pero el abogado Pierre Verne, su padre, decidió que el muchacho tenía que estudiar Derecho...
Siendo muy joven se escapó de casa y se embarcó en un buque que iba a zarpar, más lo encontraron a tiempo y lo castigaron convenientemente.
Cuando escribió “Cinco semanas en globo”, su primera novela, recorrió con su manuscrito catorce de las quince editoriales que había en Paris y se lo rechazaron. El último editor era Hertzel, un hombre con fama de excéntrico, trabajaba de noche y dormía de día y se le conocía por despachar sin miramientos a los autores noveles... Ese último recurso, no obstante, significó el milagro. De ahí partió la carrera literaria de Verne y una amistad especial con el editor.

Siempre se ha considerado al autor como un escritor de relatos de aventuras, un poco futurista quizá, pero nada más. Sus obras las leían preferentemente los jóvenes y ya bien entrado el siglo XX esos eran casi sus únicos lectores. Pero más de un siglo después de que esas novelas fueran escritas y con los conocimientos actuales las obras de Verne ofrecen muchas más lecturas:
Predijo algo parecido a Internet en una obra inédita hasta finales del siglo XX (Paris en el siglo XX) Y no fue publicada en su día por su aspecto catastrofista de la vida y la sociedad, curiosamente, muy similar a la actual.
La televisión y el helicóptero también los imaginó Verne, así como la subida al poder del Nacional socialismo en la figura de Hitler.
El primer submarino fue otra de sus fantasías hechas realidad, pero no sólo eso sino la autosuficiencia del aparato que permitía vivir en el mar sin tocar tierra firme.
En sus obras “De la Tierra a la Luna” y Alrededor de la Luna” Verne da en el calvo con una precisión increíble. Elige EE.UU. como país financiador del proyecto y el estado de Florida para el lanzamiento, un lugar muy próximo a Cabo Cañaveral, pero el aterrizaje también se produce en el mar, a escasas cuatro millas del lugar en el que amerizó el Apolo 8. Tanto la velocidad de la cápsula como sus dimensiones se aproximan mucho a las reales de aquel Apolo 8 tripulado, también por tres astronautas...




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